Un poco de amor de madre en la cocina, por favor


Un poco de amor de madre en la cocina, por favor

Como en casa no se come en ningún sitio, cuántas veces habremos dicho esto o simplemente se lo habremos escuchado al de al lado. Es una verdad universal. Nuestras madres y abuelas son sin duda nuestras Berasateguis particulares. Saben perfectamente lo que nos gusta, cómo nos gusta y cuando nos apetece.

Ese cariño que ponen nuestras madres en la cocina, es muy complicado de encontrar fuera de casa y las pocas veces que ocurre nos enamora. Este es el caso de la cocina de La Cave.

Hoy os queremos presentar a Margarita, la madre de nuestro restaurante.

Rubia, de mediana edad (“taitantos” pondremos porque llega un momento que a las mujeres ya no nos apetece tanto decir nuestra edad), delgada y con la mirada más viva que nunca. Margarita, menasalbeña de nacimiento y de corazón, es el alma y el sabor de La Cave, pero no os equivoquéis, detrás de ese aspecto de mujer entrañable, amable y cariñosa, se encuentra un espíritu aventurero, un carácter inconformista y unas incesantes ganas de seguir aprendiendo cada día algo nuevo. Es el claro ejemplo de que los sueños no tienen edad, fecha de caducidad ni comprenden la expresión “eso no es para ti”.

Como todo chef, Margarita tiene el secreto de su éxito guardado con un especial cariño, y en este caso, el ingrediente clave tiene nombre y apellidos. Rafaela García, su madre. Originaria también de Menasalbas, es y ha sido siempre su inspiración. A sus 99 años, la enseñó todo cuanto sabía de la cocina y de la vida. Rafaela inculcó a su hija el amor por la gastronomía, la paciencia necesaria para cocinar para una familia o cientos de invitados, la autocrítica y la buena gestión del tiempo. Estos ingredientes, son el mejor legado que una madre puede traspasar a sus hijos y éstos a los suyos. Hoy no podíamos dejar de acordarnos de “nuestra abuela” que, con casi 100 años, a pesar de seguir llena de vitalidad, su luz poco a poco se va apagando.

Amor en la cocina

Siguiendo con la presentación, Margarita Vaquero, fue durante muchos años dueña y gerente de una empresa dedicada al sector mobiliario. Ese bagaje profesional le permitió conocerse como mujer, madre y trabajadora. Hizo de ella una luchadora en toda regla. Por eso, cuando las puertas de su negocio se cerraron, apoyo a Rodrigo, su hijo, con toda su ilusión para que diera vida a un proyecto que sin duda vería el éxito en poco tiempo, La Cave.

Como madre de Rodrigo y como madre de La Cave, se arremangó la camisa, cogió el delantal y se plantó delante de los fogones de una cocina profesional. Siempre ha sido y será una amante de la gastronomía, sin embargo, ese primer día, sin experiencia y con el miedo lógico a un gran cambio, su determinación le permitió comenzar a elaborar una carta para el local que su hijo ponía en marcha.

Los primeros platos de La Cave eran recetas de toda la vida. Platos que había preparado una y mil veces en casa, para los suyos. Esos guisos de mamá que saben tan bien y que recomponen a cualquiera. Sin embargo, no era suficiente con eso.

Comenzó a estudiar, aprendió nuevas técnicas, quiso ser innovadora en sus creaciones. Se rodeó de compañeros que aportaron poco a poco su granito de arena, dando paso a elaboraciones como el nido de codorniz, una receta que fue galardonada en las Jornadas de la Tapa de Toledo 2016 con el primer premio.

Como bien dice Margarita, “no se nace aprendido”, pero el esfuerzo, el interés y la ilusión, son ingredientes que, cocinados a fuego lento, dan como resultado grandes logros. En este caso, hoy nuestra amiga es la cocinera jefe de uno de los restaurantes más populares de Toledo, que une las bondades de la cocina tradicional y la vanguardia.

Como buena madre, escogió sus proveedores como haría para dar de comer a sus hijos, lo que llevó a que La Cave lleve años trabajando productos de altísima calidad y de nuestra tierra. Esa familiaridad se respira cada día en el restaurante y taberna de La Cave. Un lugar conocido por amigos, vecinos, toledanos y por cientos de turistas españoles y extranjeros que cada día escogen nuestra cueva para degustar todo el sabor de la Mancha.